Don Opus: evangelio de fin de año según Santa Jose

Retomando, Don Opus nos había invitado a un carrete así que estábamos ready para salir a mambear. Le pregunto si va a estar bueno y la weá y en esas me manda una nota de voz donde demostraba un alto nivel de alcohol en su sangre y me decía «venganseeee, estsbd va estar pandh pico» (a veces la revivimos para reírnos de él). De repente a la Manu le dio con que era muy tarde y no tenía ganas. Con la Flo decidimos sacarlo adelante igual e ir, pero entre las dos no hacíamos tres lucas para un taxi y desde donde estábamos eran como tres micros y ya era bien tarde. Vimos todo derrumbarse frente a nosotras.

Al otro día en la mañana recibo un alentador whatsapp de Don Opus: «arrugonas, no fueron anoche». Le metemos weno a la conversa, le pregunto como estuvo el carrete y el muy lindo busca lucirse con un «enfermo, te cagai lo bueno». Bacán weón no saquí pica.

Seguimos hablando por whatsapp, sus mensajitos locos coquetones, mucho juego y algo de joteo. Me invitó como tres veces más a carretes a los que el destino no me quiso dejar ir, empezando por que era una odisea llegar a los lugares del carrete (bajen del cerro monjes!). Se fue así el semestre y hola veranoooo ☀️🎉 y los joteos por whatsapp eran cada vez más intensos.

Llegó año nuevo y como la buena curada whatsappera que soy ni me di cuenta cuando le estaba mandando un mensaje deseándole feliz año, y por la manera de escribir obviamente evidenciaba mi estado. No habíamos hablado en harto tiempo pero se demoró nada en contestarme. Vuelven los mensajes jotes y me pregunta donde estoy. Me pide que le comparta ubicación porque viene, me pregunta si vale la pena que pase a buscar el auto y si aperro. No entendía muy bien lo que me decía (como me dijo una vez un profesor en el colegio, «anda más perdida que poroto en paila marina») pero lo quería ver así que le eché la culpa al alcohol por mi poca cachativa y no pesqué su insistente «pero aperrai?». Le dije que se viniera, que lo esperaba para bajonear mientras pensaba que ojalá fuera en auto para que me llevara a mi casa.

Seguí webeando con mis amigos y harto rato después me llega un whatsapp diciéndome que no iba a poder ir. Seguimos hablando y en eso me propone que juguemos yo nunca nunca. Acepté y obvio que se puso coquetón y aprovechó de investigar. Estuvimos así un rato pero se me estaba acabando la batería, entonces acordamos jugar hasta que mi celular muriera y seguir cuando llegara a mi casa y lo cargara.

Se me apagó el celular, vino el amanecer y el bajón. Estábamos en la cocina preparándolo y estaba hablando con los amigos de un amigo. De repente uno se sube la manga del polerón y empiezo a cachar que tenía el brazo lleno de pinchazos y moretones. Me quedé pensando qué le podía haber pasado y la muy weona estaba a punto de preguntarle cuando me cayó la teja de la sobriedad y caché que era porque se inyectaba. No sé que me hizo avisparme pero lo agradezco demasiado porque si no habría sido chica metida de pata (como tan tan weonaaa por Dios).

Llegué de vuelta a mi casa y voy a saludar a mis papás cuando cacho que el muy bruto de mi papá estaba arreglándose para salir a trotar. Eran como las 9 en el día mundial de la caña, nadie puede. Me voy a mi pieza y dejo el celular cargando mientras me lavo los dientes, y antes de acostarme le mando un whatsapp a Don Opus como habíamos acordado. Me quedé raja al minuto.

Cuando desperté tenía un mensaje de él preguntándome si había llegado bien. Explosión de amor, no hay nada más tierno que esa pregunta (me cargan las cosas tiernas y mamonas pero con eso caigo). Seguimos hablando durante el día, siempre coquetamente, y hablamos bien seguido hasta que se fue a trabajos de verano con su movimiento.

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